Altivo y molesto vegetal
convives con tu epíteto, «maleza»,
y enfrentas, estoicamente, a la bieneza
de la hierba cultivada y el erial.
Valiente, habitas en todas latitudes,
incluso aquí, donde nada se atreve,
sólida mata, arraigada y leve
firmeza, esfuerzo, tesón, son tus virtudes.
En este sur, lejano, inagotable,
tu presencia infinita nos convoca
a resistir, asidos a la roca,
emulando tu vivencia perdurable.
Hoy nuestra plaza se pobló de yuyos,
la dichondra mudó por la gramilla,
ligustros y alhelíes por jarillas
cardos en los canteros, como suyos.
Así como el pehuén crece en la roca
o entre las bardas, como crece la sampa,
los yuyos nos invocan, con su estampa,
a resistir, en nuestra PLAZA ROCA.
En abril de 2007 los docentes de Neuquén sostuvimos un conflicto que nos dejó como saldo la muerte de Carlos Fuentealba. La Plaza Roca, en el centro de la ciudad, frente a la gobernación, fue parte del escenario.
Hablar de la métrica y analizar la prosa de este revelador poema, sería como eludir el dejarnos llevar por la esencia de los versos, que calan hondo desde ese lugar en dónde nada se atreve. Las plazas son nuestras, donde quiera que estén ubicadas, y más si llevan el nombre de ese criminal que azoló el sur con la soberbia de un matón. Recuerdo las gestas patagónicas de principio del siglo XX, cuando los obreros exigieron lo justo y terminaron recibiendo nada. Hoy los maestros son los obreros de las aulas, y reciben nada, y vaya este homenaje para todos aquellos que resisten asidos a las rocas, logrando que el suelo patagónico siga siendo nuestro, en cada una de sus aulas. Tenés todo mi apoyo y cariño, Sara. Contá conmigo para lo que necesites, un gran abrazo,
Juan Romero
Juan, unos pocos datos terminan de iluminar la cuestión. En la patagonia se extrae la mayor cantidad de petróleo y se genera el mayor caudal de energía hidroeléctrica que alimenta al país. Ni hablemos si algún día se les ocurre explotar la energía eólica en serio. Tenemos menos de un habitante por kilómetro cuadrado. La brecha entre los que ganan bien y los otros es cada vez mayor. Por experiencia sé que cada vez que un ciudadano debe trasladarse a los hospitales de la capital, las condiciones no son las mejores. Acá, la ropa y los alimentos son más costosos que en otros lugares. Es por eso que nos sentimos los yuyos de la flora nacional. Aunque sabemos que no somos los únicos, que no es la patagonia el único lugar olvidado, estamos seguros de que somos parte del país de segunda, por no decir de cuarta.
Un abrazo, gracias por dejar aquí tus expesiones y evaluaciones.