AHÍ VA LA BALA, ATAJALA

Tren bala

En mi país, Argentina, que en su pampa húmeda cuenta con una enorme extensión de terreno en el que no hace falta regar cuando se siembra, tradicional proveedor de materias primas para los países industrializados, destacado integrante de las naciones en vías de desarrollo, honroso miembro del tercer mundo, poseedor de un humor inagotable, circula un chiste que conforma el amplio corpus de aquéllos que se agrupan por nacionalidades: los de gallegos, judíos, chilenos, árabes, etc. Dentro de estas categorías hay una estrictamente idiomática que se plantea:
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La época de las moras

A Fernando

-¿Esto se come, señora?
-Sí, claro que se come.
-¿Todas?
-No, todas no. Mirá, ¿ves que la mayoría son chiquitas y están verdes?
-Sí.
-Bueno, esas no. ¿Pero ves estas otras, más grandes, amarillas y como transparentes?
-Sí.
Y ella depositó una mora blanca madura, en la palma de la manito extendida.
-Bueno, a ver, probá ésta.
-Mmmm … está rebuena.
-Yo estaba comiendo de aquéllas- dijo el otro muchachito, un poco más grande.
-Sí, se te nota- Y los tres se rieron, la mujer y el más chico mirando la boca teñida del más grande.
Medio colgada del árbol, ella seguía eligiendo moras; las dejaba en las manos de los chicos Sigue leyendo La época de las moras

A la orilla del sendero

Caminaba bordeando el lago Lácar por la ruta que conduce a San Martín de los Andes, en Neuquén, mi provincia. Era una espléndida mañana de invierno, fría, aunque el sol brillaba generoso en el cielo despejado. El paisaje allí es sobrecogedor por su belleza; la inmensidad del lago, que se esconde y emerge entre los pies de las montañas nevadas, cubiertas de pinos; el color azul del agua, cuya quietud espejaba todo; las plantas verdes, brillantes, limpias por la dedicación de la lluvia y la nieve. Un universo de aromas llenaba mis pulmones. Disfrutaba del saludable calor que la caminata producía en mi cuerpo abrigado, mientras montones de hojitas de escarcha cortaban mi cara. Sigue leyendo A la orilla del sendero