Estimados concursantes, colegas, amigos … todos.
Estamos convencidos de que el trabajo compartido no sólo complementa sino que enriquece en mucho al trabajo individual. Por eso, dejo el siguiente texto, que pretende ser el pólogo que encabezará el libro que nos ocupa. Se pone a disposición de todos para su lectura y discusión, para que realicen sus aportes, dejen sus comentarios y así elaborar un texto con el protagonismo de todos.
La región de la palabra
Esta publicación constituye el cierre del primer eslabón de una cadena que estamos en camino de forjar. En cada una de estas piezas nos propusimos generar un discurso literario conjunto, compartido, proponiendo una mirada –si las preposiciones me lo permiten- desde, sobre y hasta “la región”.
Reflexionábamos, al lanzar la propuesta, sobre la complejidad y polisemia del concepto, que va desde lo territorial hasta lo cultural y étnico. Geográficamente, la región designa un área más extensa o más reducida que otra, convirtiéndola así en un término relativo, ligado al de escala. Desde el punto de vista social, la región puede ser una zona que permite identificar problemas de diferente índole para estudiar y proponer soluciones. En lo cultural, se asienta en una serie de elementos compartidos en el imaginario de una comunidad, generando de este modo ese sentimiento de pertenencia que caracteriza a sus miembros. Y así sucesivamente se puede reunir un corpus de ideas que si bien echan luz sobre el significado de la palabra, al mismo tiempo permiten tomar conciencia de que no es sencillo establecer y fijar los límites de la región.
Al respecto, la experiencia que nos ha dejado este primer concurso literario es muy rica. Tanto por las consultas previas –“¿Hay que escribir necesariamente sobre una región? ¿Cuál sería? ¿Es mi región de nacimiento o ésta en la que vivo y con la que me siento identificada/o?”- como por los trabajos que finalmente se reunieron, esta región se ha ido delineando. Esas líneas están trazadas por la subjetividad de los autores.
Para algunos es la región de nacimiento, como la joven Micaela, que a través del apóstrofe lírico invita a mirar su ciudad natal desde uno de sus puntos más altos, o como Águeda, que desde Viedma, plasma sus anhelos respecto de Junín de los Andes, la tierra que la vio nacer. Hugo describe con romántico verso el paisaje valletano al que se siente indisolublemente ligado. Del mismo modo, Magdalena nombra su tierra cordobesa con toda la fuerza de la imagen, recordando a sus habitantes originarios.
Estela propone un recorrido de gran riqueza lírica, en el que emerge la región patagónica con inusitada fuerza y sutil misterio; Tomás escapa de la geografía y así su región se expande y multiplica en realidades compartidas. Marta le canta a un pueblo no determinado por el mapa, sino por la cotidianeidad que va conformando la vida de cada ser dentro de la sociedad que lo cobija. Mario, en sus relatos, trae a la vida personajes que en nuestra América Latina superan cualquier delimitación geográfica restringida. Y finalmente Santiago, que expresa una búsqueda seguramente compartida por muchos migrantes e inmigrantes de los tantos que se desplazan intentando alcanzar … SU región.
Tantos, tan variados y tan ricos aportes forjaron la necesidad de encontrar un punto en común. La pregunta de rigor es ¿dónde confluyen, hacia dónde se dirigen, dónde se juntan todas estas miradas, todos estos anhelos y expresiones? Y nos da mucho gusto descubrir que ese punto es la literatura y más que la literatura es la palabra. La palabra y los silencios que necesariamente la rodean para existir. Esos silencios que nos gritan desde adentro de nosotros mismos cuando se han acallado todos los sonidos, como una experiencia humana universalmente compartida.
¿Y cómo emerge, cómo se delinea, cómo se autodefine esta región? Es, por sobre todas las cosas, una región de paz. Más allá de lo geográfico, cultural, étnico, político también si se quiere, esta región aparece como un lugar de encuentro del que todos nos sentimos protagonistas. Cuando decimos «la palabra», no solamente estamos pensando en una abstracción; todo lo contrario. A esa condición intangible que supone el signo, queremos sumarle la voluntad y la intención que representa, en este caso, de diálogo, de entrega, de unión, de fusión. ¿Qué nos mueve a mandar nuestros escritos, someterlos al juicio de un jurado, autorizar y compartir una edición? Ha sido, sin duda, el deseo de dar y darnos a conocer y el de conocer y compartir con otros, como un puente para trascender lo cotidiano y transitar en la búsqueda de lo posible. Por eso, no nos parece equivocado que algunos hayan elaborado su mensaje por encima de cualquier región delimitada o delimitable.
La convocatoria fue este concurso literario. A partir de ahí se fue generando una red de relaciones que comenzaron muy cerca en el espacio -en el barrio, para ser más precisos- y se fue extendiendo hacia otras latitudes. La experiencia ha sido increíblemente rica, porque supera con amplitud lo que supone un proyecto editorial. El propósito es seguir creciendo en esa dirección dado que nos parece un camino no sólo válido sino extremadamente propicio para cultivar este germen cultural y educativo que intentamos conduzca nuestro trabajo.
Nuestro más sincero agradecimiento a todos los participantes, a las integrantes del jurado, a los vecinos, familiares y amigos que de muchas formas han apoyado y contribuido para que este trabajo pudiera llegar a buen fin y en el futuro siga proyectándose en el tiempo.
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COMENTARIO DE CONTRATAPA
En un pequeño rincón del mundo, un grupo de voces se reunió por primera vez para nombrar una región. Cada motivo fue determinando dicho espacio. Lugar de nacimiento para algunos, de permanencia o de llegada para otros, de búsqueda para otros más. Hay quienes le cantan a la belleza o a la personalidad de su región; hay quienes la nombran por lo que socialmente la une con otras múltiples regiones de nuestra Latinoamérica, y hay quienes reflexionan sobre lo que ésta significa en cada geografía para cada uno de sus habitantes. Así se ha ido conformando una región, por un lado individual y subjetiva y por otro, universal y socialmente compartida.
El mayor interés ha sido y será encontrar un punto en común, un punto de encuentro en esta multiplicidad de voces. Por ahora, ese punto es la palabra hecha cuento y poesía. La palabra puesta en la expresión literaria que transita y cruza cualquier frontera geográfica o ideológica.
Fundación MESTIZOAMÉRICA, Biblioteca Pública Villa Obrera