Aridez que no es hostil,
inmensa amplitud de libertad.
La Patagonia bosteza
y se sacude la modorra de la noche,
la noche fría, del desierto interminable,
que invita a guarecerse en lo interior.
El sol entibia la meseta
cubierta con un tapiz de yuyos
de colores quebrados con gris.
Verdes claros con gris,
verde brillante con gris,
verdes oscuros con gris. Verdes grisáceos.
En el fondo, las bardas de grises colores.
Violeta quebrado con gris o violáceo,
con manchas rojizas y claras.
Amarillos con gris.
El sol y el gris se abrazan
y todo se agarra a la tierra.
Al poniente, el monte arrogante
porfiado, se cubre de nieve.
Neuquén, octubre de 2006
Argentina, su Patagonia, desnuda ante los ojos, que la transmiten en forma de poema, de imágenes que se prenden a las retinas del alma y cobran una vida particular. Bellísimo paisaje, chamiga. Un abrazo y mi cariño, siempre. Adri