A Fernando
-¿Esto se come, señora?
-Sí, claro que se come.
-¿Todas?
-No, todas no. Mirá, ¿ves que la mayoría son chiquitas y están verdes?
-Sí.
-Bueno, esas no. ¿Pero ves estas otras, más grandes, amarillas y como transparentes?
-Sí.
Y ella depositó una mora blanca madura, en la palma de la manito extendida.
-Bueno, a ver, probá ésta.
-Mmmm … está rebuena.
-Yo estaba comiendo de aquéllas- dijo el otro muchachito, un poco más grande.
-Sí, se te nota- Y los tres se rieron, la mujer y el más chico mirando la boca teñida del más grande.
Medio colgada del árbol, ella seguía eligiendo moras; las dejaba en las manos de los chicos Sigue leyendo La época de las moras