El derecho mirando hacia el horizonte,
y la nada laberíntica.
El otro ojo hacia el cielo, observando el celeste total
de su ceguera infame.
Las cejas elevadas,
de burlador mítico,
orillero.
La boca entreabierta,
cansada,
de justificar ficciones.
Su nariz en sombras,
de postularse entre héroes lícitos y malevos.
El rostro burlón, acorralando un poema infinito,
adivinado por su voz,
de incansable viajero de las palabras.
(1989)