A muy poco del centro de Merlo, poesía e historia se hermanan en medio de la naturaleza exuberante. El frescor de los árboles, la hierba abundante, el canto de los pájaros y el aroma de todo ese conjunto disponen los sentidos. El paseo sugiere un recorrido al caminante mientras los versos de la Cantata del Algarrobo Abuelo se van desplegando en sucesivas entregas, pintadas en sendos pergaminos de colores al costado de los senderos.
Esta singular propuesta se completa con la historia de la familia Agüero, a la que pertenece el poeta autor de los versos. El poeta nos habla de un árbol asombroso, cuya descripción no es posible realizar en cotidiano lenguaje. Un árbol que arraiga poderoso y despliega omnipotente su ramaje, albergando paternal a las bandadas que se acercan en busca de abrigo.
De golpe aparece, enorme, antiguo monumento cuyas ramas ya es preciso ayudarle a sostener. Es el Algarrobo Abuelo, muchas veces centenario monumento vegetal que dio la tierra aborigen y que vio transcurrir la vida de los pueblos originarios mucho antes de que otras razas llegaran a poblar esta América hoy mestiza. Dicen que tiene más de ochocientos años, y que bajo sus ramas se celebraron rituales indígenas y fiestas criollas.
Hoy los puntanos lo cuidan con esmero, recordando aquel adagio popular que toma al árbol como metáfora de abrigo y contención. Así habrá sido el algarrobo abuelo, habrá dado su sombra generosa a cuanto caminante se le acercara, así como hoy nos hemos acercado nosotros buscando el cobijo de su buena sombra.
Qué pedazo de árbol, las fotos están buenísimas. Increíble la cantidad de años que tiene encima. Excelente entrada. Me desazné un poco, jaja.
Abrazo