El 12 y 13 de octubre de 2010, de 16:00 a 18:00 hs. en la sala Augusto Raúl Cortazar de la Biblioteca Nacional, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se realizará el taller literario “Neuquén cuenta, lee y escribe”. Será un recorrido por algunas de las obras literarias de la Provincia, y una propuesta de escritura en base a imágenes compartidas de la geografía local.
El taller es gratuito y está disponible para todo público.
Este taller literario se genera en el marco de acción de la FUNDACIÓN MESTIZOAMÉRICA, organización educativa y cultural sin fines de lucro. En esta oportunidad se trata de llevar a otras latitudes el mensaje estético de algunos escritores de la provincia, compartir su lectura y proponer a los asistentes la escritura de textos literarios.
CONTENIDOS
I – Breve conceptualización del término “literatura regional”.
Las relaciones intertextuales entre las obras regionales y las universales.
II – La literatura de Neuquén y su historia: El período territoriano.
LA CORDILLERA DEL VIENTO, de Carlos Mazanti
Eduardo Talero y Miguel Andrés Camino
III – La literatura de la provincialización
NEUQUÉN DE MI CANTO, de Gregorio Álvarez
POESÍA JUNTA, de Irma Cuña
IV – La literatura de los ochenta (1980)
Ricardo Miguel Costa: El ensayo.
MUNDO CRUDO: Premio internacional Macedonio Palomino.
V – La literatura de las regiones
El noroeste neuquino: Escritores del Caleuche
El alto valle: el canto a los pioneros
El canto de los lagos.
Las voces jóvenes de Confluencia.
Para quienes estén interesados en la novela LA CORDILLERA DEL VIENTO de Carlos Mazzanti, pueden solicitarlo a mi correo personal: saraeliana@gmail.com
Gracias a la buena voluntad de Isidro Belver, un amigo de esos, la tengo en un archivo de word.
He visto, además, que en la web se puede conseguir en un archivo de pdf
Saludos, Sara
Voy a dejar un correo recibido de un colega de muy lejos. Estas cosas son las que nos impulsan a seguir remando.
– – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – –
PICO TRUNCADO, 5 de octubre de 2010
A la Srta.
Licenciada Sara Eliana Riquelme
Ciudad de Neuquén
De mi mayor consideración:
He recibido en la fecha v/ muy gentil invitación a concurrir al taller Literario «NEUQUÉN CUENTA, LEE Y ESCRIBE», a celebrarse en la Sala Cortázar de la Biblioteca Nacional.
Lamentablemente me será imposible concurrir en tal fecha, para la que falta escasamente una semana, por varias razones que no es del caso detallar aquí.
Debo expresar mi sorpresa por su atención, tan grata, pues he realizado en esta ciudad este tipo de actividades literarias, desde la cátedra y en mi domicilio donde ejerzo actualmente mi función docente. Ignoraba que mi trabajo se conociera en otro ámbito.
Deseo para ese evento el mayor de los éxitos, pues toda actividad intelectual debe ser fervientemente estimulada y mejorada constantemente su calidad, de modo especial ante una decadencia que ahoga a muchas personas que cifran en los jóvenes una esperanza para el futuro de la Patria, y deben contrastarla con una realidad que nos muchas veces nos avergüenza.
Reciba Ud. mi modesta felicitación y mis votos porque el Taller tenga toda la suerte que merece. Espero tener el placer de conocerla en mi próxima visita a Neuquén.
Suyo
Carlos Parache- Chaves
c.paraxe1@mpt.com.ar
parachechaves46@yahoo.com.ar
Chacayalera
Hermosa chacayalera
bronceadita por el sol,
dame un beso.
-¡Hay que no, pue, mi iñor!
Esas cosas no se piden,
ni se venden ni se ofrecen:
se cosechan entre dos.
De esos dos, estoy yo sola.
no ha venido aún, iñor,
el que coseche en mi boca
el beso que usía me pide,
y no quiero darle yo.
¡Ay! ¡que no!
¡Hermosa chacayalera
bronceadita por el sol!
Miguel Andrés Camino ((1877-1944)
Nuevas chacayaleras
Sus dos libros Chacayaleras y Nuevas chacayaleras, toman sus nombres como derivación de “chacay”, voz mapuche que denominaa un árbol de preciada madera por su valor calórico en el bosque andino neuquino.
La cascada
De las cumbres nevadas se desliza,
labrando un ancho cauce entre las peñas,
un torrente glacial, que luego ondula
y cae en la llanura, convertido
en cascada de espuma y níveas hebras.
Después, corre el arroyo cristalino
despidiendo, al chocar contra las piedras,
chispas de agua que al saltar semejan
finas agujas persiguiendo perlas.
Y al contemplar la transparencia vítrea,
que permite admirar las blancas vetas
de los rojos guijarros de su lecho,
y doradas películas de mica
temblando en el cristal de sus moléculas,
es tanta la emoción que llena mi alma
que caigo de rodillas y me inclino
para besar sus aguas al beberlas.
Miguel Andrés Camino ((1877-1944)
Nuevas chacayaleras
Fragmentos de LA CORDILLERA DEL VIENTO, de Carlos Mazzanti:
“Un poco antes que el camino de Chos Malal a Andacollo alcance su máxima altura, al pie, o mejor dicho, en un portezuelo de la Cordillera del Viento, se encuentra La Primavera, hermoso rincón desde donde el camino continúa ascendiendo hasta el filo de la montaña precursora azotada sin pausa por el viento de las cumbres. En ninguna otra parte como allí se hace más patente la influencia de la grandiosidad de la cordillera sobre el espíritu de los hombres y el clima.”
“A la soledad del campo agrégase entonces la subyugante monotonía del agua reluciendo levemente en la opacidad de la tarde o la mañana; el moho de las rocas vuelve a salir el sol, coronando la cordillera con un doble arco iris, el coirón, alcanzado súbitamente por el rayo de luz parece llamear por los ópalos temblorosos de las gotas de agua escurriéndose a lo largo de sus briznas, y desplegarse como una corola de oro.”
“El almacén de ramos generales … Era un edificio de tipo corriente, de paredes de adobes y techo de chapas de zinc … Lo más agradable de estos comercios, además de los comestibles exhibidos era la suavidad de su penumbra, y el fuerte aroma a yerba y azúcar, que siempre parecía imponerse a los otros, excepción hecha del olor peculiarmente penetrante y dulzón del vino tinto.”
“ … languidecían entre la Cordillera del Viento y el río Neuquén, sin posibilidad de conocer … ni siquiera Zapala, cincuenta y siete leguas al sur, con llegada de trenes dos veces por semana y cinematógrafo, donde se exhibían películas en diez o doce actos, porque había una sola máquina proyectora, ya que Chos Malal, a cinco horas de viaje en camión desde allí, estando el camino en buen estado, era un pueblo tan muerto como Andacollo.”
Son parte del taller …
En tu alcoba
Con aullidos elegíacos, largos, trémulos y broncos
que los tules nebulosos de la aurora desgarraban,
el vapor dio las señales de tu triste despedida;
zarpó raudo, y en la orilla quedé viendo
tu pañuelo que a lo lejos entre brumas se agitaba
como el ala nívea y leve de una fugitiva garza.
Triste y solo busqué asilo en tu alcoba abandonada,
en tu alcoba tibia y blanda
que tu lámpara encendida
tenuemente iluminaba;
la luz débil de la aurora macilenta
penetró por los cristales,
y al mezclarse con el brillo sonrosado de tu lámpara,
formó brumas temblorosas, cadavéricas y vagas.
Móvil, lánguida y flexible
como lengua de oro pálido
esa llama
cosas lúgubres decía,
y al temblar bajo la seda de tu artística pantalla,
parecía mariposa sensitiva que doliente
aleteara
por seguir los resplandores de tu límpida mirada.
En tu lecho blanco y puro como un ara,
aún estaban
tus contornos adorados y tus curvas
dibujados en los pliegues de las sábanas;
y en tu almohada
unas hebras de tu blonda cabellera desprendidas
parecían sierpes áureas enroscadas
¡sierpes finas!
¡sierpes de oro¡
que el aroma de tus carnes deliciosas embriagaba.
Sobre el mármol blanco y yerto de tu mesa
hallé pétalos de rosas esparcidos como lágrimas,
¡como lágrimas de sangre por tu ausencia derramadas!
Y en el rojo de la alfombra
vi blanquear un guante tuyo como lirio ya tronchado;
y el residuo del champaña
de la noche: sin burbujas y sin vida ni fragancia
congelado entre las copas por fatídicas escarchas.
Tus simbólicas estatua
me miraron con sus ojos de misterio,
y al reflejo convulsivo de la llama,
parecióme que sus carnes de alabastro
y de bronce, por el frío de tu ausencia tiritaban:
los colores encendidos de las sedas de tus trajes
fulguraron en la sombra como escamas
de serpientes animadas:
y cual fieras ateridas yo veía
tus armiños y tus martas,
y los húmedos vapores de la lívida alborada
descendían como llanto por los nítidos cristales
de tu lóbrega ventana.
¡Y yo estaba triste y solo en tu alcoba solitaria!
triste y solo con tus prendas y perfumes
que aumentaron el horror de mis nostalgias;
y las brisas desde el puerto
me traían los rugidos clamorosos de los barcos que zarpaban
y esas notas lastimeras
me arrancaron del delirio de mi tétrica desgracia.
De repente
vi la luna de tu espejo que tu imagen retrataba
¡de ese espejo misterioso que enigmático lucía
como lápida mortuoria!
Y a buscar en él la huella de tu imagen adorada,
¡sentí angustia! ¡sentí miedo! ¡sentí frío!
Al mirarme como un loco, ¡como un lívido fantasma!
Buenos Aires, 1898.
«En tu alcoba» poema de Eduardo Talero
Ricardo Miguel Costa, premio internacional Macedonio Palomino en México. Es docente, director del IFD 9 de Centenario, Neuquén. He tomado algunas de las poesías que generosamente publica en su sitio personal.
PATAGONIA SATORI
Abandonado junto a un viejo Renault gris
en el kilómetro mil quinientos setenta y ocho,
él teme que su reflexión no incluya al mundo
ni a ninguna discusión que afecte la problemática
del ser y del no ser.
Duda y su reflexión se pliega a la deriva del jote
que sobrevuela la sequedad de este páramo.
Tanto desde arriba como desde abajo, hombre y pájaro
se demoran contemplando una extensión infinita.
Para el jote, el ritual culmina cuando descubre el objeto deseado
y su vuelo se inclina para precipitarse sobre la víctima.
En cambio para él todo comienza cuando entiende
que no existe otro objeto deseado
más que los motivos de su propia existencia.
Entonces reconoce que una filosofía inquietante
no debería cargar con el cuerpo de alguien que propone
una conjetura débil entre tanto abandono.
Así regresa al punto del cual nunca debió partir, el cual acepta
como destino del único mundo que le toca vivir; el que escucha
masticar al ave mientras la ruta continúa desierta,
mientras el tiempo se eterniza en una poética del silencio
y la espera vuelve a oscurecerse porque el pensamiento
no progresa y aquí no ha pasado nada.
Veda negra
Vi al ciego buscando agua entre el polvo
de la luz.
Ir con las manos al frente para tantear objetos familiares,
medir figuras, recortar paisajes vivos, hacer el retrato hablado
de una pintura que se aplaude desde lejos y que es aclamada
por los ojos del poeta, por la laboriosa mano que guía la lámpara
para comprobar los límites de la sombra.
Un pozo mudo que se deja alumbrar para que el ciego
trabaje la palabra sin ser visto.
Velocidad crucero
a Cristian Aliaga
El pensamiento se queda con esta imagen:
un pedazo de ropa clavada en el alambrado
y sacudida por el viento.
El ojo es ambicioso.
Se queda con la curva que forma la ropa en el aire.
La púa del alambre tiene mucho de lenguaje.
Se aferra a cada fleco del trapo
como la palabra a la idea
que está próxima
a rasgarse.
El alambrado se continúa poste tras poste
y la distancia entre pensamiento y lenguaje
se borra en el último punto de la ruta.
Una recta en el desierto no dice nada
porque ahora la distancia se ha convertido
en un plano donde todo es lejano,
donde todo está por suceder,
mientras el pensamiento transcurre
en la mirada del que conduce.
Este trapo fue la vestidura de alguien que alguna vez
también condujo por esta desolación y que también
tuvo un pensamiento alambrado por el lenguaje.
Entonces, el tiempo real del pensamiento
no es la púa que desgarra al trapo
ni el viento colgado en una curva.
Es la mirada del que conduce
buscando en el horizonte
un lenguaje a donde
llegar.
Puntos de vista
La forma más sencilla de celebrar una fundación
es marcar un punto junto al vacío.
Un punto es una partícula del todo imponiéndose
sobre la nada.
Un punto establece el origen de todas las formas
que caben en el universo, y el universo se mueve
sobre una sucesión de puntos encadenados
en el espacio.
Sobre uno de estos puntos estamos nosotros.
Abrazándonos y girando en un vacío que nos mantiene
flotando sobre un silencio absoluto.
Pero lo mejor de esto no es el silencio ni lo absoluto.
Lo mejor de esto es que nadie sabe que flotamos
porque obedecemos una ley fundamental.
Creo que ese es el punto: flotar abrazados a la idea de la nada
mientras los cuerpos se mueven y la fundación se convierte
en un acto de amor junto al vacío.
Papas y cuerdas
El hijo ha dejado de comer por mirar al padre.
La mirada del padre, perdida durante la cena,
atiende la lectura de una voluntad muerta:
su cuerpo moviéndose (en una noche que no es
esta) contra el de una mujer desnuda
entre almohadones.
El padre reclama ese recuerdo porque es un padre
cargado en un cuerpo que flota y la memoria
le aprieta como un nudo de humo, como una
cuerda de cartón: frágil al aire, a la lágrima,
a la mínima disputa por separar al cuerpo
de la memoria.
El padre resiste mientras el hijo corta la carne
y las papas caen del plato.
Ambos buscan el alimento por debajo de la mesa.
El hijo sigue las manchas de grasa para llegar
a lo que quiere.
El padre entrega el cuello a lo que ya no puede verse
y busca, amparado por las manos, lo que antes
se mostraba más alto.
Múltiple choice
Existen sólo dos posibilidades para salvar
esta situación.
Evitar esa costumbre de entregarnos cada vez
que nos deseamos, o cerrar los ojos para que el amor
abandone toda intención de hacerse costumbre.
Saber lo que daña al corazón es ser cómplice
de un asunto peligroso.
Por eso los buenos amantes siempre recurren
al vicio de la metáfora antes de contemplar
la naturaleza de sus actos.
Ellos apagan las lámparas, cubren las ventanas
del cuarto y permanecen horas en la cama
buscando una luz para mirarse.
Gota
a Jorge Spíndola
El rigor del poeta hace que la escritura triture
cada palabra en sí misma.
El poeta entiende que es así como procede la imagen
para adoptar las diversas formas del lenguaje.
Grandes trituradores de la literatura universal han logrado
reventar el lenguaje en tantos pedazos como imágenes
pueden caber en una gota del cosmos.
Yo bebí de esa gota pero nunca llegué tan alto
como para sentir en el aire los vapores del mundo.
Sin embargo, tengo entendido que en los planes
del universo estamos todos involucrados
en la misma condensación.
Algunos están para acompañar con aplausos
los ocasionales estallidos del lenguaje.
Otros para continuar por las noches como hasta ahora:
contemplando las estrellas con la boca abierta
sin tener la esperanza de que ello, algún día,
signifique algo que merezca ser escrito
con un mínimo de rigor.
Clima
Nos comportamos según el tiempo.
Ayer, los vientos moderados de superficie
nos mantuvieron alertas respecto a posibles
cambios de temperatura.
Mi vecino cortó leña de más toda la tarde
y yo lamenté estar solo en un momento
como este.
Hoy la situación es la misma y el leñador
ha comprobado que el calor hace humo
todo el trabajo de una tarde.
Pero a él no le importa porque su mujer
ha puesto a secar ropa junto al fuego
y ha freído unos bocaditos de manzana.
La dicha y la soledad se comportan de igual manera:
hay que trabajar duro para que la confianza de uno
se quede ahí y no se apague.
El humo siempre terminará por hacer su trabajo:
doblarse para que el viento tenga un gesto de piedad
para los que estamos solos.
Así la dicha se anuncia según el tiempo.
Escapa por los hogares y vuela en pedazos por el aire
hasta dejar en el ambiente una extraña sensación
de frío y un ligero aroma a frituras.
Primer movimiento
Una boca quieta junto a otra boca quieta
prueban que la levedad del tiempo
podría transformarse en un dibujo ciego
del deseo.
Por eso la boca en la boca del otro.
Por eso el cuerpo mayor sobre el menor.
Por eso algo mueve la luz y las ideas previas
se apagan lejos, en una hoguera propia,
en un aire quemado.
Danza curva
Con un cuchillo la vastedad es inmediata.
Tomar un bocado o cometer un crimen, pueden ser
dos extremos posibles para el ánimo de quien lo empuña.
Para el que mata, el corte es una danza curva
contra el cuello.
Para el hambriento, el corte contra la carne
es la bendición de su miseria.
Pero el que hunde la palabra cuchillo en un poema
corta y troza sin bendiciones ni danzas.
El poema puede ser un tajo luminoso que separa la carne
de tu alma para flotar.
Sólo en la voracidad del hambre está la inmediatez.
La vastedad, en el temor de la víctima y en el vértigo
de quien escribe.