Al caer la tarde,
la selva rezuma fragancias doradas.
La brisa acaricia.
La paz voluptuosa del verde follaje
seduce la vida.
Paz reproductora, fértil, sensitiva …
Se oye un estampido.
El aire acelera su pausado ritmo
y trae resonancias lejanas de espanto,
ladrido de perros
pánico, pavura,
pólvora en el viento.
Un verde alarido
ensordece el cielo …
La paz desespera,
y hasta el aire grita:
¡Llegaron las fieras!
Poema publicado originalmente en La casa de Asterión