Yo buscaba,
una roca alta, segura,
para mirar mi turbulencia desde arriba,
para asomarme a los abismos de mi vida,
y contemplar de esos mares la bravura.
Tu figura,
imponente en la cima de la roca,
recortada en el azul del horizonte,
era el puerto, era el norte,
inequívoco, impávido, seguro,
donde anclara, dolorida, mi alma loca.
El futuro,
presentóse como un vasto firmamento,
rutilante, fulguroso,
más allá del precipicio misterioso,
sepultando el desamor y el desconcierto.
Poema publicado originalmente en La casa de Asterión
Ay… Negra de mi Alma!!!!! cuánto tenemos en común… cuánto!!!
Hay pueblos cuyas calles conducen de manera inequívoca a esa roca: fuerte, segura, limpia, y aunque frente a uno hay una aparente tormenta, allá está el horizonte y aquí (dentro) ese hombre que mira nuestras turbulencias y es capaz de sostenerse y levantarnos.. hacernos de barro y agua su costilla, y sentirse nuestra esencia…
Gracias por tenderme el puente para poder mirarte desde la misma roca en la que el Amor, de Pie ante la Vida, nos abraza… devolviéndonos la capacidad de vernos, y sembrarnos de amor y armonía. Dejándose sembrar también para borrar su desamor y su propio desconcierto…
Te quiero, Mi Matra… un abrazo ASI.
Yo