El sol, lascivo y goloso
le dio un mordizco a la luna,
que asomaba en la espesura
de nubarrones plomizos,
que hacían de cobertizos
para ocultar su hermosura.
Orgullosa y altanera
se abrió paso en la negrura.
Como aquella que clausura
un mal romance de cuajo
se sacudió los andrajos,
se encaminó a la laguna.
Cantaba Andrés Calamaro
y La Mosca sacudía
los cardos y las jarillas
de la Ruta 22,
y yo … rodaba con vos
devorando lejanías.
Piquillines y chañares
se helaban en la meseta;
los deslumbró la coqueta
burlando a los eucaliptos,
antiguo pacto suscripto
en ceremonia secreta.
Agosto de 2008, camino a la Laguna Salada.
Negrita… una vez más tu poesía me remonta a lo hondo y a lo sutil… una vez más tus reflexiones me llevan y traen por una marea de emociones (impotencia, entre otras tantas, sentir que haga lo que uno haga, hay una burocracia mezquina y un soporte de políticas absurdas que no se ajusta al andamiaje social y su constante cambio)… una vez más pasearme por tu espacio me lleva a tu aire, a tu viento, a tu llanura, a tus ondulaciones… a nuestra tierra…
por todo eso, una vez más, tu sol y mi luna y viceversa, forman un eclipse «loco» y me quedo así, demorada en la imagen tuya, compartiendo, sintiendo… siendo.
abrazos. de esos!
Siempre es un regalo encontrar tus intervenciones. Camino a Pedro Luro en una noche de eclipse, escuchando música, era una bendición ver el romance nocturno transcurrir entre sólidos nubarrones.
La 22 es una ruta muy significativa para nosotros. Se asfaltó aprox. entre 1950 y 1955 y era el único enlace entre el desierto y otros pueblos, además del ferrocarril. Hoy hay otras rutas, pero esa sigue siendo crucial para la comunicación con la zona este. Un músico escribió el «Rock de la Ruta 22», fijate si estará metida en el imaginario social norpatagónico.
Un gran abrazo de esos, y mis mejores deseos para vos y los tuyos. Sara