CUANDO LA VOZ CAE – IRMA CUÑA

I

Nos distraemos
cuando la luz cae desde más lejos que la luna blanca,
desde mucho más lejos que los mundos.

II

Decir era la flor,
el aire entero,
las caracolas altas
y unas palmas.
Cuando venía a sorprender el aire
la arena breve.
Decir eran los ángeles atentos
y dos pájaros blancos
y unas algas
atravesadas por la sal inquieta.
Decir era una vena,
sangre toda
encauzada en auroras y gargantas.

III

Si levanto mi voz es que está sola
y nos sorprende el alba
a nosotras, mi voz y yo,
distantes
en la no prevención de tener alma.
Ignoramos la prisa,
largos vientos,
hemos visto pasar las caravanas.
(Unos iban a pie, otros en alas.)
Pero igual es decir raíz que vuelo,
no hay apuro en verdad detrás del ansia.

Estremecido atardecer espera
la misma soledad acostumbrada.

IV

Noche es ya. Noche entera.
La voz se ha levantado para cortar las ramas.
Precipita dos pájaros nocturnos
y se le olvida un nido.
Noche alzada.
En la actitud desvelo y muchedumbre.
Esta la voz no alberga telarañas
sino las juega al viento, y el él arden,
estrellas celulares, sin galaxias.

(1963)

Un comentario en «CUANDO LA VOZ CAE – IRMA CUÑA»

  1. Irma fue mi profesora y amiga. Doctora en Letras, miembro de la Academia Argentina de Letras, docente en la Universidad Nacional del Comahue casi en el final de su vida. Mujer sabia y generosa en el momento de transmitir conocimientos.

    Nació en Neuquén, hija de inmigrantes de Galicia, en 1932. Aquí cursó su escuela primaria y secundaria. Becada, fue a la Universidad del Sur en Bahía Blanca, donde obtuvo el Profesorado en Letras. Por concurso ganó una beca a Francia para comenzar sus estudios de Oralidad y Escritura en el Collège de France, con el profesor Marcel Bataillon. Allí comenzó su tesis sobre el personaje literario-folklórico Pedro de Urdemales.

    En el Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas se dedicó a la «UTOPÍA» y luego se hizo cargo de la Cátedra Libre de Pensamiento Utópico en Humanidades, de la Universidad Nacional del Comahue.

    Como suele ocurrir a muchos intelectuales y poetas, murió en la más angustiosa soledad, enferma. Diría el Diario Río Negro:

    «Sus restos eran velados anoche en una sala de la empresa Diniello, en Nordeströ 240. Allí fue depositado su cuerpo poco después de las cinco de la tarde, en la más absoluta soledad mientras el centro de la ciudad hervía de festejos futbolísticos.

    La poeta, ciudadana ilustre de esta ciudad, murió en su cama en la que pasó buena parte de los últimos meses. La muerte, que se produjo poco antes del mediodía, no sorprendió a su círculo cercano aunque resultó un golpe durísimo a quienes la conocieron y a quienes admiraron su vasta obra.»1

    La recordamos leyendo su obra poética.

    1 – http://www.conicet.gov.ar/diarios/2004/Mayo/nota36.php – 15k

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