ACEITE DE PIEDRA

Las piedras te escondieron en trampas milenarias,
convives con el yuyo, con el viento, con el mar,
presencia codiciada en la árida montaña,
cinético tesoro que guardó el anticlinal.

Aceite crudo, amargo, en rocas sedimentarias,
enérgica existencia animal y vegetal,
tu ímpetu resbala, se aleja, se distancia
en pendiente infecunda, más allá … más allá …

La ambición te sustrajo en esta Patagonia
sembrando la esperanza en un futuro de paz.
Hoy preñas la memoria de los pueblos fantasmas,
que luchan, denodados, por un poco de pan.

13 de diciembre, Día del Petróleo

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Sara Eliana, 10 de noviembre de 2006

7 comentarios en «ACEITE DE PIEDRA»

  1. Esa triste y desgarradora realidad.. la ambición desmedida, la poca valoración de lo propio en pos de esos estándares mezquinos… un poema para la reflexión, esa que te nace «como poroto e la chaucha!» chamiga!… un abrazo.

  2. Cuando tengo la suerte de leer el poema de una amiga, en este caso una muy buena amiga, lo hago en voz alta y trato de impregnarme de la música, de penetrar en la esencia de los versos. Debo sentir y con este nuevo trabajo de Sara he sentido.
    Los poemas son intrínsecamente tristes, porque la poesía es la respuesta insensata a la alegre realidad de los cuerdos, esa realidad de robos y perversiones económicas que legalmente son tratados de libre comercio.
    Te felicito por sentir, Sara, y por expresar ese sentimiento con la altura que exigían las circunstancias

  3. «Los poemas son intrínsecamente tristes …» es verdad. Y yo agregaría que la literatura es generalmente triste, dolorosa. Parece ser que los mejores textos emanan del dolor, de la angustia, de la miseria … o lo que es peor, de la indiferencia. Como docente, siempre he tratado de dar a mis alumnos textos que no presenten una visión tan desesperanzada de la vida. Y no es sencillo encontrar ejemplares que a su vez tengan buen valor literario.

    Gracias Juan, por tu paso por este rincón. Un abrazo.

  4. Mi querida, se me estruja el corazón al pensar que tanta riqueza a su vez generó tanta pobreza, será que la riqueza siempre fue para los de «ajuera». Es dura la Patagonia pero maravillosa, sabés bien que estoy enamorada de su grandeza, bahh, estoy enamorada de toda nuestra tierra. Un beso. Magda

  5. Yo también, estoy enamorada de toda nuestra Tierra, y es de toda, no sólo de nuestro país, al que amo entrañablemente. Todo me gusta, el campo, la ciudad, el mar, el lago y la montaña, el valle y la meseta, todo. Por eso soy tan feliz cuando viajo y hasta se me caen las lágrimas ante un paisaje hermoso.

    Un lujo tenerte por acá, ya me voy a acercar a esa maravilla estética que es tu blog. Un fuerte abrazo. Sara

  6. Estimada sara mil disculpas pon no haber estado presente la ultima clase del curso pero caí enfermo y me fue imposible llegar. De todas maneras estoy a tu disposicion para cuando me requieras con la guitarra y mis canciones un fuerte abrazo walter.-
    PD: avisame si llego bien el cuento (esto me supera)

    LAS AVENTURAS DE PIÑEN NAHUEL

    Hace mucho, pero mucho tiempo, (2)en el país de las manzanas, vivía un joven mapuche llamado PIÑEN NAHUEL.
    Su ruca (casa), se encontraba a orillas de un gran lago, ahí mismo donde (2)nace el río Limay. Desde allí, solía mirar con atención a toda la comunidad, entre ellos a sus padres y hermanos. Era admirable ver como se organizaban y realizaban el trabajo cotidiano: que sembrar la tierra, cosechar manzanas y piñones, adiestrar caballos y hasta trabajar en el picadero. Pero Piñen solo se dedicaba a observar, ya que no se creía capaz de cooperar con su gente.
    Sin embargo había algo de lo que El disfrutaba, y era ver el atardecer a orillas de ese gran lago.
    Todos los días antes que Antu, (el sol), se pierda por los picos nevados de la imponente cordillera, el muchacho se encontraba con un hermoso huemul. Siempre se acercaba este pequeño animal y se dejaba acariciar por Piñen, pasando horas jugando sobre el verde mallin; y de cuando en cuando bajaba de las alturas un misterioso y enorme cóndor, quien sobrevolaba silenciosamente a su alrededor.
    Mucho tiempo ya había pasado de la amistad entre el muchacho y el Huemul, que nuestro amiguito le había puesto de nombre “anay” que en idioma Mapuche significa “amigo”.

    – Escuchen todos, aquí estoy yo, PIÑEN NAHUEL, el gran lonco, (Cacique), valiente como un puma, sagaz como un zorro, los protegeré de todo mal que aceche a este pueblo, y como coná (guerrero)lo nombrare a Anay, no es sierto amigo… ja, ja, ja

    Cada atardecer jugaba con ser el gran lonco, hasta que Antu se escondía tras montañas, dejándole el paso a cuyen, (la luna), que venia acompañada de las estrellas, entonces el muchacho dejaba algo de alimento a su amiguito y se iba corriendo por entre los manzanos y las araucarias hasta la comunidad.

    (1) Se denominaba País de las manzanas a la comunidad comunidad mapuche que se encontraba en cercanías del Lago Nahuel Huapi. Al mando del Lonco (cacique) Valentín Saihueque
    (2) El río limay nace en el Lago Nahuel Huapi
    Llegaba muy feliz a su ruca(casa), pero esta felicidad se convertía en tristeza, cuando al entrar, encontraba a su familia y a otras personas hablando y contando cada uno las anécdotas que había dejado el trajín del día, mientras que en un rincón veía a su madre terminando de tejer algunos abrigos con lana de guanaco, que servia de regalo para los trabajadores.
    Se sentía muy triste, porque él nunca pudo aprender como los otros chicos de su edad el trabajo del mapuche, en realidad, no se sentía capaz, no se tenia confianza, tenia vergüenza de si mismo, se creía un tonto que no servia para nada, y esto valía la burla de los otros jóvenes y hasta de sus propios hermanos.

    – Nunca seré un lonco (decía y lloraba)
    – Jamás seré valiente y fuerte, no sirvo para nada, mi poca inteligencia no es de provecho para nadie.

    Así, una y otra vez se repetían sus lamentos y llantos, cuando regresaba con los suyos, para el otro día contárselo a ANAY que lo miraba y escuchaba con atención.
    Hasta que una de esas tardes que fue a orillas del lago a jugar con el huemul, este no apareció.

    – Perooo…que le habrá pasado a mi amigo, siempre llega primero que yo. (dijo preocupado)
    – bueno, lo esperare, tal vez llegue al rato.

    Pero antu se escondió y ANAY nunca llegó a jugar. Preocupado y trste,
    Piñen decide regresar. De pronto mirando hacia un costado por entre las milenarias araucarias ve como un grupo de cazadores traían atado de las patas y sobre sus hombros al huemul. El joven de inmediato reconoce a su amigo, entonces disimuladamente decide seguirlos y escucha:

    – A este lo comeremos mañana en el nguitllatun (rogativa)
    – Si, mañana lo matamos y lo cocinamos a las brasas
    – Será un almuerzo sabroso, ja, ja, ja.

    Piñen se desespero al escuchar esto, pues le matarían a su pequeño amigo.

    – Pobre, ahora comprendo porque no fue a jugar, pero… ¡Pronto! Tengo que pensar un plan para salvarlo.

    No les podía decir a los cazadores que no coman al huemul, porque se le reirían… además, lo más probable es que lo maten igual.
    Entonces espero nervioso en su toldo a que todos se duerman, y cuando eso pasó…

    – Tranquilo, Anay, yo te doy a salvar
    – Un poco mas… y … ¡listo! Ya esta, estas libre… vamos amigo corre corre y sálvate, Andá, andáaa te digo, escápate.

    Pero el huemul no quería irse porque tenia miedo de que lo atrapen otra vez. Entonces Piñen tomó una decisión intuitiva y osada, agarró dos bolsas de cuero que su mamá le había hecho y cargó en ellas piñones y manzanas.

    – con esto tengo para comer varios días… vamos Anay, escapemos ahora que todos están dormidos.

    Llegaron hasta el río y se subieron a una balsa que se encontraba allí amarrada, y se fueron aguas abajos.

    – No te preocupes Anay, ya nadie te va a comer, ¡nadie! …

    Le decía una y otra vez, mientras lo acariciaba

    – y jamás, nunca mas se burlaran de mí, eso te lo prometo, mi querido amigo.

    Así, navegaron toda la noche, hasta que al amanecer decidieron descansar en una pequeña isla.
    Piñen intentaba hacer fuego, y se dio cuenta de que no era tan difícil como El pensaba.

    – Anay, Anay mira pude hacer fuego, ¡pude hacer fuego! Si si si

    Después de tanta emoción, comenzó a realizar cofque (pan con harina de piñón y agua).

    – HMMM que rico que quedo este cofque, ¡ cuanta hambre tenia! Ahora comemos manzanas y descansamos un rato.
    – Eeeh Anay deja de comer pasto y acompañame con una manzanita.
    – Pero si parece que tenias más hambre que yo, eh, Ja, Ja, Ja

    Después de dormir un buen rato, junto el pan, los piñones y las manzanas.

    – Vamos Anay sigamos navegando, pero con mucho cuidado, no sabemos con que nos podemos encontrar, mantengamos los ojos bien abiertos.

    Y Así continuaron el viaje por varios días… Cada atardecer amarraba la balsa y buscaban un buen lugar para recostarse, ver la puesta de antu, admirar la naturaleza y jugar con el huemul.
    Una tarde cuando aún no habían parado para descansar, Piñen vio una sombra, como que venia del cielo… miró hacia arriba, pero el antu que estaba en lo alto lo encandilaba y no lo dejaba ver nada.

    – Pero…¿ qué es esa sombra…?, ¿qué será…?, parece que nos sigue…

    De pronto Piñen pudo verlo… y se dio cuenta de quien era.

    – ¡El Cóndor!, ¡el cóndor! … mira Anay, ahí… el gran cóndor que siempre nos acompañaba en el lago, té acordas anay té acordas ¡sí!, ¡Sí! , Iaju, ja, ja, ja ahora Somos tres… hola gran cóndor, hola amigo, bienvenidos a la aventura .

    La alegría de Piñen se desbordaba al igual que la del huemul que daba tremendos saltos sobre la balsa que casi se cae al agua.
    Y desde esa tarde, Piñen viajaba en balsa con Anay, mientras que el Gran Cóndor hacia las veces de vigía desde el aire.

    Varios meses habían pasado ya de la huida, navegaban de día y en los atardeceres, jugaban, reían y comían, sin tener noción del tiempo ni del lugar donde se encontraban. Por las noche hacian una fogata y dormían cerquita del fuego, y por las mañanas, ni bien salía antu seguían viaje nuevamente.
    Una mañana cerca del medio día, el gran cóndor comenzó a subir y bajar haciendo movimientos bruscos hacia el noroeste.

    – ¿Qué pasa gran Cóndor? ¿Porque te mueves de esa forma?
    – ¡Silencio Anay! parece que nuestro amigo vio algo.
    Dejaron la balsa bien amarrada a la orilla del río y comenzaron a seguir al ave.

    – vamos anay, apúrate, no te quedes… ¡mirá! allá se paró el gran cóndor, vamos, vamos continuemos.

    Cuando llegaron al lugar señalado, se encontraron con algo totalmente inesperado.

    : – ¿y eso? Pero si es un anciano y se encuentra muy herido; oiga oiga… señor, ¿que le pasò?.

    Pero el viejito solo balbuceaba “ Pangue , pangue “ (Puma , Puma), pues sin había sido atacado por un Puma, entonces el muchacho lo cargó sobre sus hombros y lo llevo a orillas del río lo recostó sobre el mallín, y allí se quedo con él, cuidándolo y alimentándolo.
    Pasaron varios días hasta que el anciano Mapuche, logró recuperarse y pudo hablarle al muchacho:

    – Quiero agradecerte pequeño amigo por todo lo que haz echa por mí, seguramente que sin tú ayuda hubiera muerto, tienes un corazón muy noble. Pero… eres muy joven ¿cuántos años tienes?¿y cono te llamas?

    – tengo 15 años señor y mi nombre es Piñen Nahuel

    – ¿y tu familia? ¿Dónde están tus padres?

    – Este… yo me escape señor, Vivía en el país de las Manzanas y me escapé. Mi única familia es el Huemul y el gran cóndor.

    – ¿Pero que pasó? ¿por qué te escapaste?

    – Es que… no me siento digno de ser mapuche, no le sirvo a mi raza, sentia que solo estorbaba, que no sirvo para nada, y creo que mi padres no se sienten orgullosos de mí, además todos se me burlaban.

    – Sabes Piñen, yo me llamo Roque Sabio y he sido un hombre muy temido, el solo escuchar mi nombre hacia temblar a la gente…, pero ya estoy muy viejo para las andadas, me está quedando poco en esta tierra santa. Y como yo soy muy agradecido, voy a enseñarte muchos secretos de nuestra raza, te enseñare a creer en ti mismo, a saber que puedes hacer lo que quieras si te lo propones, aprenderas a defenderte del ataque del enemigo, a ser muy ágil, serás valiente como un puma y fuerte como un toro y sagaz como un zorro. Y serás respetado por todos los que te conozcan.

    -¿ Está seguro que podré ser todo eso?.

    – primera lección muchacho; debes tener confianza en ti mismo, pues nada es imposible cuando te propones cumplir un objetivo.

    Y desde aquel día, bajo las enseñanzas del viejo sabio, Piñen fue aprendiendo cosas que jamás hubiese imaginado. pasaban horas divirtiéndose, jugando con anay, consiguiendo comida y charlando.
    Una de esas tardes en que buscaban leña para la fogata de la noche Don roque lo llama:

    – Piñen , piñen , ven aquí … despacio sin hacer ruido, mirà…

    – Uuuh cuántos charitos…

    – Obsérvalos con mucha atención, mirá como el padre cuida de esos pequeños, mientras su madre se encarga de buscar el alimento, ¿no crees que es una verdadera familia? …
    Sabes muchacho los choiques cuidan a sus pequeñitos con mucho amor, les enseñan a correr, rapidito, rapidito, para escapar del peligro, también les enseñan a encontrar alimento, a cuidarse el uno con el otro… eso es amor de familia… y estoy seguro que asì, de igual manera, tus padres te aman a tì, y deben estar muy preocupados por tu ausencia. ¿porque no regresas al país de las manzanas con tu familia Piñen? , así como los charitos necesitan de sus padres, tu también necesitas a los tuyos.

    – Si…, creo que Tiene razón don Roque.

    Así pasaron la tarde charlando; Piñen contando sus sentimientos y el viejo Sabio aconsejándolo y enseñándole todo lo que un hombre bueno y noble debería hacer.

    Esa noche, mientras comían a lado de la fogata, Don Roque, le preguntó:

    – ¿Conoces la leyenda del Río Limay y el río Neuquen?

    – No, nunca me la contaron.

    – Bueno, entonces escucha atento: resulta que hace mucho tiempo vivían dos caciques, uno al norte y otro al sur. Sus hijos, uno llamado Neuquen y otro Limay, eran amigos…

    Así el anciano, le contó como se unían ambos ríos para formar juntos, el río negro.

    – ¡Grandioso!, quiero conocer ese lugar quiero llegar hasta el traful (unión de dos ríos)

    – Ja, Ja, Ja, ¿te ha gustado verdad?

    – Si… debe ser lindo ver donde se unen dos ríos

    – si la verdad que si, es hermoso, pero… dime ¿volverás con tus padres?

    – Si…, Estuve pensando en volver, pero… antes debo conocer ese lugar ¿es muy lejos?

    – No, solo navegas unos días más río abajo y llegarás. Pero antes debes prométeme que una vez que llegues y conozcas el traful volveras con tu familia.

    – ¡ prometido ¡ le doy mi palabra… ¡palabra de mapuche!

    – muy bien, entonces a dormir y que tengas un buen sueño.

    Al amanecer, cuando antu, aun no había asomado, piñen preparo sus bolsas de cuero con comida, las boleadoras y se despidió del anciano.

    – Gracias por todo don Roque, con usted aprendí muchas cosas importantes y valorables que nunca olvidare. Adiós viejo amigo ¡siempre lo recordare!

    Don Roque: – Kúmei amuaimi, fúta hueni (que te valla bien gran amigo).

    Luego de navegar varios días Piñen cumple el sueño.

    – Anay, anay mirá, el gran Cóndor revolotea haciéndonos señas, ¡si, parece que vio algo! Pero… si ya llegamos al traful, siiii, iajjjjjju, lo logramos, lo logramos, pero… que hermosos que es todo este paisaje.

    Piñen lloraba de alegría, mientras disfrutaba de lo que la naturaleza le regalaba a sus ojos.
    Al cabo de un rato, se arrimó a la orilla, descargó sus cosas y dejó que la balsa siguiera su rumbo por el Rió Negro.

    – Gracias Balsa amiga… tendrás que seguir tu sola… ya no navegare mas, pues tengo una promesa que cumplir. Vamos anay debemos volver.

    Así emprendieron el viaje de regreso, muy contentos por haber cumplido el objetivo de conocer la unión de los dos grandes ríos.

    Caminaron por varios días, pero una de esas tarde…

    – ¿Que hay allá? pero si es un caballo salvaje, que hermoso overo, ay, si pudiera amansarlo, ¿pero como? Si yo nunca amanse uno… si estuvieran mis hermanos para ayudarme… bueno este… voy a intentarlo, necesito ese caballo, caminando tardaría muchos dias en llegar a mi ruca (casa).
    Caballitooo, caballitooo, venga caballitooo chiquitito. ¡ahí… se fue ¡ !ahí paró! Caballitooo lindo overitoo, ¡ahí paró! ¡ Ahí se fue de nuevo! Veni caballo bonito que quiero ser tu amigo… me parece que así voy a estar todo el día… ¡debo pensar!, ¡ya sé lo que voy a hacer lo correré hasta aquellas bardas donde quedara acorralado y luego lo agarraré
    Entonces revoleando sus boleadoras por el aire, gritando a lo que da la garganta y corriendo logró encerrarlo.

    – ¡aja! te atrapé, listo… ahora doy un salto y… ¡ya está! Lo monte, iiajuu, iiajuu, noooo (pumm), me tiraste caballo loco, pero veni para acá yo te voy a enseñar quien es piñen Nahuel… – De un Salto lo vuelve a montar -,
    Ahora sí, vamos a ver quien manda acá… iiajuuu (pumm), ahí me duele todo.
    Así paso toda la tarde queriendo amansar al overo, pero nunca lo logró, las veces que lo montaba, el caballo mañero daba un fuerte salto y lo tiraba al piso… el muchacho se embarró, se mojó, se golpeó, pero no había caso el overo no se dejaba dominar.
    – aaaaay (pum) me duele todo. Bueno caballo ganaste te dejo en paz, solo quería ser tú amigo pero no quisiste, ya se está haciendo de noche y tengo hambre… ¡caballo loco!.
    Esa misma noche cuando el huemul y piñen se alimentaban al lado de la fogata…
    – Silencio Anay… alguien anda por ahí, ¿ ehh? Pero… caballo loco, ¿sos vos? Aah, ya entiendo venís a burlarte de mí.
    El caballo, indiferente a las palabras del joven, comenzó a comer el pasto del huemul.
    – aaah parece que tenes hambre, bien, entonces a compartir. Un poco de pasto para ti… y otro poco para ti, y esta manzanita… a mí pancita.
    Eso es come come caballito ¿sí que tenias hambre, eh? Ja, parece que seremos grandes amigos.
    Y desde aquel día piñen montó el caballo sin que este lo tirara, y continuaron viaje, teniendo así todos los dias una nueva aventura, descubriendo su tierra, contemplando el pasaje y aprendiendo cosas nuevas cada día.
    Cierta tarde, cabalgando por entre las bardas, Piñen divisa en el llano una pequeña laguna perfectamente redonda, donde el gran cóndor revoloteaba, y su imponente imagen se veía reflejada fantásticamente en sus aguas cristalinas.
    – Bajemos caballo loco, tal ves mi rostro pueda verlo reflejado en el agua
    El caballo haciendo caso, lo condujo rápidamente hasta la laguna, pero en cuanto se bajó de este, apareció un toro de largos cuernos, remiendo y arrastrando sus patas sobre la tierra, en forma amenazante.
    Piñen gira la cabeza hacia un costado y…
    – eeeh, ¡y eso! Oh no a correeeer.
    Sin perder tiempo, el muchacho comenzó a correr a toda velocidad alrededor de la laguna mientras el toro, remiendo y saltando lo perseguía. Al cabo de un rato el toro comenzó a caminar.
    – aja, parece que se cansó… bien, esta es mi oportunidad, debo mirarme en esta laguna. -Entonces cuando se está acercándose a la laguna –
    Uuaaaahh, otra ves a correr, este toro si que está loco… aay aay no me pinches la cooolaaa. Al rato… el toro nuevamente descansa tomando un poco de agua y mirando de reojo a Piñen, pero en cuanto el muchacho sé hacercaba a la laguna, comenzaba nuevamente la corrida.
    Mientras tanto, a poca distancia, el Huemul, el gran Cóndor y el caballo miraban el circunstancial incidente, este último parecía reírse de la situación, ya que saltaba de un lado a otro relinchando sin parar. La corrida se repitió varias veces, hasta que en un momento dado, el toro sé hecho, casi exhausto a descansar.

    – Esta es mi última oportunidad es ahora o nunca.

    Y así, con mucho coraje y decisión Piñen Nahuel, cumplió un nuevo objetivo.

    ¡Que tranquila que es esta laguna!

    Entonces, muy emocionado, vio como su rostro se reflejaba en el agua bebió un poco de ella y…

    – oh no, otra vez no… a correr, auxilioooo.

    Corrió hacia su caballo, lo montó de un salto y se alejo satisfecho. Aquel día el Joven bautizó a este lugar “Laguna del toro”, en reconocimiento a este feroz toro, fiel guardián de aquellas aguas cristalinas.
    Así fueron pasando los dias del emprendido regreso a casa.
    Una tarde andando por una cortadera, y casi sin darse cuenta se topa con un choique que había sido boleado.

    Alto overito que debo salvar ese animal –dice preocupado- Pero cuando estaba por librarlo se apareció un conocido y temible guerrero, que asaltaba las rucas, robando cuanto podía junto a su banda.

    G:- Alto ahí ladronzuelo, que ese choique lo atrape yo, por lo tanto me lo llevo para comerlo.

    Piñen: eeh ¿comerlo?
    G:- Así es, comerlo dije.

    P:- Este… aquí nadie se comerá este animal, por lo menos no mientras yo esté aquí.

    G:- Pero como te atreves a hablarme así?¿Acaso no sabes quien soy?

    P:- claro que se quien eres, no eres mas que un ladrón que se aprovecha de los mas débiles.

    G:- oh, ya veo. Mira, te diré algo: O me das este animal ahora mismo o tendré que matar a ambos, tu eliges pequeño.

    P:- pues en ese caso prefiero morir. Pero… veremos si es tan fácil, guerrero malvado. Así que en guardia.

    Así comenzaron a pelear, atándose una piedra de las boleadoras entre los dedos de uno de los pies y las otras dos moviéndolas en circulo, una en cada mano.

    G:- aquí se acabará tu valentía chico atrevido

    P: – eso lo veremos

    P – Piñen Saltaba de un lado a otro para engañar al guerrero quien se veía sorprendido por la habilidad del muchacho. Le amagaba con la derecha y le pegaba con la izquierda.

    G:-¡aja! vaya que había sido bueno con las boleadoras, mocoso insolente.
    A lo largo de la agotadora pelea Piñen, con una velocidad sorprendente esquivaba el golpe de un salto e inmediatamente, sacaba un bolazo que impactaba en la cara del temible guerrero, que luego de varios golpes cae al piso ya vencido y rogando que no lo mate.

    G.- No por favor no me mates, llévate el choique pero no me mates valiente muchacho.

    P:- No, no voy a matarte, solo quiero salvar a este pobre animal…
    Y ahora… ¡lárgate! No quiero volver a verte, ni tampoco que molestes a mi gente!, ¡largo, largo! .
    El guerrero se perdió entre los árboles y Piñen, cansado y con varios golpes en su cuerpo, sube a su caballo y continua el viaje con sus amigos.
    Así, fue recorriendo y conociendo su tierra antes de regresar al país de las manzanas. Anduvo por valles, cerros, bosques, ríos, lagos, montañas; comiendo piñones, manzanas y otros frutos silvestres que él mismo recolectaba.
    Cada día que pasaba mas cerca estaba de su pueblo y lo invadía una mezcla de alegría por volver a ver a los suyos, y miedo por como lo recibirían.

    P:- ¿qué dirán mis padres cuando me vean? Seguro que me castigaran . ¿y mis hermanos?¿Seguirán burlándose de mí al igual que los demás?.
    Bueno… no importa sé que debo llegar y cumplir la promesa que le hice a Don Roque… además tengo mis animales amigos ¡y cuidado que alguien les quiera hacer algo!.
    A una corta distancia de su toldería, comenzó a escuchar el sonido de trutrucas, cultrunes y pifilcas. Pensó que se trataba de una rogativa, entonces comenzó acercarse lentamente… pero se había equivocado.

    Padre:- ¡vean todos aquí llega mi hijo, el valiente Piñen Nahuel.

    Piñen:- padre… y esto… ¿qué esta pasando aquí?

    Pueblo:- ¡bienvenido, bienvenido!, Gran guerrero.

    Hermanos:- ¡si que eres valiente hermano querido! ¡y como has crecido!

    Madre:- Hijo mío no sabes cuanto te extrañé. Sufrí mucho tu ausencia, toma hijo amado esto es para ti, el día que te marchaste te tejí un poncho y en él pinte doce lunas que fue el tiempo que no te tuve.

    P:- Perdón madre mía… Padre…, yo también los extrañe mucho y los necesite. Prometo no hacerlos sufrir mas porque los quiero mucho.

    H: ven hermano Piñen, te hemos preparado de comer y algo para tomar, acompáñanos… esta fiesta es para ti.

    pueblo:- ¡bravo, bravo! Piñen Nahuel él más valiente de los guerreros ha regresado.
    Así Piñen fue recibido como un héroe, pues había llegado a oídos de su pueblo todas las aventuras que él había tenido. Comenzó a ser respetado, ya que se había convertido en un gran guerrero y seguramente algún día sería el gran Lonco de su nación.
    Pero hay algo que nuestro amiguito aprendió y nunca olvidará, y es que hay que luchar por lo que uno quiere, y para lograrlo, debemos tener confianza en nosotros mismos, haciendo valer nuestras ideas, ya que pueden ser valederas y muy importantes, no solo para nosotros sino también para los demás.

    Y ahora que llegó el atardecer, podemos ver a Piñen Nahuel, a Anay, al Gran Cóndor y al caballito loco, jugando y divirtiéndose juntos como buenos amigos, a orillas del gran lago.

    WALTER GUSTAVO QUEUPAN

  7. Hola Walter, gracias por dejar aquí tu escrito. Me ha llegado perfectamente el aviso al correo. La verdad que el último encuentro estuvo magnífico: se escribieron letras y a una se le puso música y cantamos entre todos. Sin desperdicios. Esperamos volver a reunirnos el próximo año.

    Te dejo un gran abrazo, y sigamos en contacto. Sara.

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